Drosselmeyer, un mago atemporal y creador de juguetes y relojes mecánicos, una vez fue empleado en un palacio real donde inventó una trampa que mató a la mitad de la población de ratones. En venganza, la malvada Reina de los Ratones lanzó un hechizo sobre el sobrino de Drosselmeyer, Hans-Peter, que lo transformó en un feo Muñeco Cascanueces. La única forma de romper el hechizo era que el Cascanueces derrotara al Rey Ratón, cometiendo así un acto de gran valentía, y que una joven lo amara y lo cuidara a pesar de su horrible apariencia.

Cuando Drosselmeyer es invitado a entretener a los invitados en una fiesta de Navidad que están dando sus amigos, los Stahlbaum, decide que esta bien podría ser la oportunidad que ha estado buscando.

Su hija, Clara, es un poco más joven que Hans-Peter encarcelado en el Cascanueces, y ¿qué mejor época que la Navidad, cuando los ratones se dedican a robar las sobras, para un enfrentamiento entre el Rey Ratón y el Cascanueces? Decide poner el Cascanueces al tierno cuidado de Clara y crea un Ángel navideño especial para guiarla en su tarea.

Cuando todos los invitados se han ido y la casa está dormida, Clara, en busca del Cascanueces, baja sigilosamente las escaleras y descubre que Drosselmeyer la está esperando. Él la atrae a su propio mundo especial de fantasía donde el tiempo está suspendido y ejerce todos sus poderes para transformar la sala de estar en un gran campo de batalla y convoca al Rey Ratón. En la pelea que siguió entre los ratones y los soldados de juguete, el Cascanueces derrota al Rey Ratón, pero solo gracias a la intervención de Clara, quien, por compasión, salva la vida del Cascanueces. Transformado en su verdadero yo, baila con Clara y se encuentran en la Tierra de las Nieves. Drosselmeyer luego los envía en un viaje mágico al Jardín de Azúcar en el Reino de los Dulces, donde conocen al Hada de Azúcar y su Príncipe.

Liberado por fin de su encarcelamiento dentro del Cascanueces, Hans-Peter le cuenta al Hada de las Ciruelas de Azúcar su gran aventura y cómo Clara le salvó la vida. Luego se unen a un magnífico entretenimiento organizado por Drosselmeyer para honrarlos por su valentía.

Volviendo a la realidad, Clara sale corriendo a la calle en busca de Drosselmeyer y se encuentra con un joven extrañamente familiar, mientras que en su taller Drosselmeyer reza para que sus esfuerzos sean recompensados. Su sobrino regresa; el hechizo de hecho se ha roto.

—Peter Wright